Por Oscar-René Vargas. “Ortega y Murillo no respetan a
la oposición. Estoy seguro que la tienen infiltrada”.
1. Las
conspiraciones, las hay de todo tipo, desde las verdaderas y peligrosas hasta
las divertidas. En el mundillo escabroso de la política criolla tradicional,
todo el mundo conspira, o cree conspirar. Parece que conspirar se ha convertido
en un vicio nacional.
2. Conspirar,
vieja costumbre de los políticos tradicionales, puede resultar a veces
arriesgada y muy peligrosa.
3. En la
dictadura Ortega-Murillo, los servicios de seguridad del régimen convierten el
quehacer político en un mundo asfixiante en donde sólo coexisten los espías del
régimen y los aprendices conspiradores.
4. La narrativa
del “pueblo presidente” es una forma de encubrir a la dictadura Ortega-Murillo
de las abundantes violaciones de los derechos humanos, la corrupción y esconder
el trabajo conspirativo de los servicios de inteligencia de los órganos de
espionaje del régimen.
5. Para analizar
la coyuntura hay tomar en cuenta tanto las variables geopolíticas como el
trabajo de los conspiradores oficiales en el análisis de la realidad nacional,
ya que ellos tratan de boicotear, penetrar, desinformar y calumniar a los
miembros y organizaciones de la oposición con el objetivo de desinformar la
realidad y prolongar la permanencia del régimen.
6. Gran parte de
los políticos tradicionales y sectores de la sociedad civil subestiman la
profundidad y la multidimensionalidad del trabajo conspirativo de parte del
régimen en la crisis sociopolítica, así como la degradación política, ética y
moral de una buena parte de los miembros de la policía y del ejército.
7. Muchos de los
políticos tradicionales, aprendices a conspiradores, afirman contar con la
información clave, los datos decisivos que, según ellos, provienen de fuentes
secretas que, de verdad o de mentira, dicen controlar y mantener. La verdadera
crisis de la oposición es la crisis de la incompetencia para comprender la
estrategia del régimen.
8. Los
conspiradores de los salones de los hoteles, suelen ser personajes agradables,
suelen tener el encanto de los embaucadores o pertenecen al círculo de los
vendedores de humos o al clan de los “pescuezos flexibles”, siempre con la
respuesta a flor de labio. Estos conspiradores de salones suelen ser mal
informados por los órganos de inteligencia del régimen.
9. Las
conspiraciones van y vienen, algunas son reales y otras, la mayoría, oficio de
charlatanes y farsantes. Pero mientras eso sucede en las cúpulas de la política
tradicional, las fuerzas sociales subterráneas reales se acomodan y se
reajustan para el desenlace final del régimen.
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