"Hay mucho nerviosismo aquí", afirmó Pablo
Antonio Alvarado, un estudiante universitario que dijo que un par de conocidos
estaban infectados en la ciudad de Chinandega. "Dicen que somos el
epicentro de la pandemia, como Wuhan en China."
Una doctora de
Chinandega, que pidió hablar desde el anonimato por temor a represalias, señaló
que conocía a cuatro personas que fallecieron. Una de ellas era uno de sus
pacientes y fue enterrado dos horas después de morir, agregó.
"A todos los
que creen que han muerto por neumonía atípica los entierran de inmediato",
expresó.
La mayoría de los
diagnósticos se emiten en base a los síntomas y a radiografías de pulmón de los
pacientes porque las pruebas para el virus están estrictamente controladas por
el Ministerio de Salud y son difíciles de obtener.
Una red informal
de médicos de Chinandega "contó 25 supuestas muertes por COVID-19 hasta el
domingo pasado", dijo la doctora. "Si logramos sobrevivir a esto, es
porque Dios es grande. No hay otra explicación".
Enrique Ordóñez,
quien es ejecutivo de ventas, sabía que su padre sufría de dolencias crónicas
como hipertensión y problemas respiratorios, pero observó que la semana pasada
de repente le costaba respirar. Lo llevó al hospital el jueves y esa misma
noche murió.
"El hospital
lo organizó todo, ellos pusieron la caja y el terreno", dijo recordando
que cuando acudió a preguntar por su padre el viernes en la mañana se enteró de
que ya lo estaban enterrando. "Traté de identificar la tumba lo mejor que
pude, porque antes, al amanecer, habían enterrado a otros y junto a él había siete
u ocho tumbas más", según un reporte de la Voz de América.
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