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sábado, 16 de mayo de 2020

La vida en Nicaragua durante la pandemia: “sálvese quien pueda”.


La pandemia de COVID-19 en Nicaragua se vive de una forma particular. Sin restricciones, ni casi información oficial sobre su propagación, en medio de una crisis sociopolítica, y una recesión económica, es como intentar mantener la distancia en una fila con los ojos vendados.

Mientras los países vecinos reportan decenas de muertos y cientos de casos confirmados de COVID-19, Nicaragua, donde no se han cerrado las fronteras, se mantienen abiertas las escuelas, y el Gobierno celebra más de 1.000 actividades de aglomeración cada semana, únicamente reporta 25 pacientes y ocho muertos.

El alto nivel de contagio debido al coronavirus sorprende al doctor Alejandro Lagos, quien ejerce desde hace 37 años la medicina en Nicaragua.

Lagos, especialista en Salud Pública, se ha dispuesto a atender a pacientes de la tercera edad con problemas respiratorios asociados al COVID-19 bajo una tarifa módica en Nicaragua, uno de los países más pobres de la región, donde las atenciones hospitalarias en centros privados son casi inaccesibles para la población que sobrevive con apenas dos dólares al día.

Para cada visita este médico utiliza un traje especial que logró comprar con anterioridad, previendo que estaría en la primera línea asistiendo a personas con problemas respiratorios o directamente enfermos con la COVID-19.

“Cada persona con problemas respiratorios yo las atiendo como que fuera COVID-19, por lo tanto, me protejo de tal forma”, explicó el doctor en entrevista con la Voz de América. Asegura además que ha redoblado esfuerzos para atender a sus pacientes.

Guantes, mascarillas médicas, gafas de seguridad, pantallas faciales, batas y delantales son parte de los equipos que adquirió meses atrás, antes que comenzaran a escasear ciertos insumos médicos.

Lagos dijo, que por ejemplo, cada equipo desechable que debe usar para tratar a cada paciente cuesta unos 25  o 30 dólares.

Los hospitales públicos en Managua se encuentran a punto de desbordarse por el repunte de casos de coronavirus, pese a que los últimos datos oficiales proporcionados por el Ministerio de Salud indican que desde hace dos meses se han contagiado apenas 25 personas, una cifra poco creíble para expertos y países como El Salvador, Costa Rica y Estados Unidos.

De hecho, el jefe de la diplomacia estadounidense para Latinoamérica, Michael Kozak, dijo recientemente que las cifras de contagios en Nicaragua son mucho mayores a las reportadas por las autoridades sanitarias.

"Hay numerosos informes creíbles de que hay un contagio mucho más amplio de COVID-19 en Nicaragua de lo que muestran las cifras oficiales", señaló el diplomático en su cuenta de Twitter.

Pero este repunte de casos no es lo único que preocupa al gremio de la salud en Nicaragua, sino también la falta de insumos para atender a pacientes con coronavirus y el rápido contagio de médicos que denuncian que existen pocas medidas de protección para ellos.

Una organización llamada Observatorio Ciudadano, compuesta por un equipo interdisciplinario de expertos, ha denunciado que al menos 122 trabajadores de la salud presentan sintomatología de COVID-19 por la falta de insumos necesarios proporcionados por el estado.

Desde enfermeros hasta doctores han sido impactados por la COVID-19 y enviados a sus casas.

“¿Qué sucede cuando estas personas (del sistema de salud) se enferman? Se aíslan y se reduce la oportunidad de atención a la ciudadanía”, advierte el doctor José Luis Borges, quien pertenece a la Unidad Médica Nicaragüense.

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