
La crisis de COVID-19 ha
traído de nuevo a primer plano la importancia que reviste el trabajo de la
prensa. Más que nunca, es en momentos de incertidumbre cuando el acceso a una información
fiable y contrastada, libre de interferencias e influencia sin debidas, resulta
crucial y contribuye a que la sociedad sea más resilente.
Es preocupante
que la pandemia de COVID-19 seutilice en algunos países como un pretexto para
imponer restricciones indebidas a la libertad de prensa.A pesar de los riesgos
y desafíos adicionales derivados de la pandemia de COVID-19, los periodistas y
los trabajadores de los medios de comunicación de todo el mundo siguen
cumpliendo con su trabajo esencial, a veces en circunstancias difíciles. Están
dando voz a los más vulnerables para asegurarse de que sus historias son
escuchadas.
Están acercando los testimonios de territorios menos accesibles,
incluidos los de zonas en conflicto. Están proporcionando información
fundamental sobre el impacto de la pandemia en distintas partes del planeta, a
menudo devastador, pero también nos inspiran con historias de solidaridad y
coraje.
Es fundamental la aportación de
los periodistas al debate sobre cómo hacer que nuestras sociedades estén mejor
preparadas para retos como los que ahora se plantean y, en última instancia,
hacer que sean más seguras, prósperas y sostenibles. Los periodistas deben
poder trabajar libremente. Tal vez hoy más que nunca, la libertad de prensa es
la piedra angular de las sociedades democráticas, que solo pueden prosperar si
los ciudadanos tienen acceso a información fiable y pueden elegir con
conocimiento de causa.
El periodismo
ayuda a detectar y contrarrestar la desinformación. Son demasiados los países
en los que los periodistas han de enfrentarse a una legislación restrictiva,
que en ocasiones se trata de justificar invocando la situación de emergencia
creada por la COVID-19, que coarta la libertad de expresión y la libertad de
prensa.
Proliferan los bloqueos de internet y el cierre de sitios web. Los
periodistas, especialmente las mujeres, son objeto de campañas de difamación,
presiones financieras y ataques por medios de comunicación gubernamentales o
partidistas, que a menudo conducen a la autocensura.
Son demasiados
los que sufren acoso, detenciones arbitrarias y penas de prisión. Son
demasiados los que han perdido la vida por hacer su trabajo. La Unión Europea
está trabajando tanto dentro como fuera de sus fronteras para atajar las
implicaciones de la pandemia en términos socioeconómicos, sanitarios y de
derechos humanos, y también en lo tocante a los medios de comunicación. Sin
ceder un ápice en la defensa de la libertad de expresión, la respuesta de la UE
también se dirige a la lucha contra la desinformación sobre la COVID-19.
Esto se traduce
en la promoción de fuentes fiables, el desmontaje de contenidos falsos o
engañosos y la retirada de contenidos ilícitos. Estas acciones solo pueden
tener éxito si reposan en la labor escrupulosa de periodistas comprometidos y
valientes, cuyos esfuerzos cotidianos hacen que las sociedades sean más
seguras, justas y democráticas.
Hoy la
UE reitera firmemente su apoyo constante al papel clave de unos medios de
comunicación independientes y fiables entodo el mundo. La libertad de prensa es
un derecho, no es solo de los profesionales de estos medios, sino de todos y
cada uno de nosotros.
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